Desierto
Desierto de Atacama.
El desierto se desarrolla en regiones con menos de 225 mm
de lluvia anual. Lo característico de estas zonas es:
La escasez de agua
y las lluvias, muy irregulares, cuando caen lo hacen torrencialmente. Además la
evaporación es muy alta.
La escasez de
suelo que es arrastrado por la erosión del viento, favorecida por la falta de vegetación.
Son poco productivos (menos de 500 g de carbono por año) y su productividad
depende proporcionalmente de la lluvia que cae. Algunos desiertos son cálidos,
como el del Sahara, mientras que otros son fríos como el de Gobi. En algunos la
lluvia es prácticamente inexistente, como en el de Atacama, en la cordillera de
los Andes. Atacama está rodeado de altas montañas que bloquean la entrada de
humedad desde el mar y favorecen la aparición de vientos catabáticos, secos y
descendentes; este fenómeno se conoce como efecto Foehn. Otro mecanismo
climático que forma desiertos en zonas cercanas a las costas es el ascenso de
corrientes marinas frías cerca de los bordes continentales occidentales de
África y América del Sur. El agua fría baja la temperatura del aire y son
lugares en donde el aire desciende y no sopla hacia tierra. En el mar serán
frecuentes las nieblas, pero en la tierra cercana no lloverá. Desierto:
Situación y clima. En zonas con precipitaciones muy escasas y temperaturas con
grandes variaciones entre día y noche. Vegetación. Escasa y adaptada a la
escasez de agua. Destacan los cactos (América), y las palmeras, las chumberas y
también aloe (África y Asia).
La vegetación se encuentra muy espaciada y las plantas
suelen tener mecanismos repelentes para asegurar que en su cercanía no se
sitúan otros ejemplares.
Hay cuatro formas principales de vida vegetal adaptadas
al desierto:
1. Plantas que sincronizan sus ciclos de vida, con los
periodos de lluvia y crecen sólo cuando hay humedad. Cuando llueve con
intensidad suficiente, sus semillas germinan y con gran rapidez crecen las
plantas y forman vistosas flores. Los insectos son atraídos por las flores y
las polinizan al viajar de unas a otras. Muchos de estos insectos poseen
también unos ciclos vitales muy cortos, adaptados a los de las plantas de las
que se alimentan.
2. Matorrales de largas raíces que penetran en el suelo
hasta llegar a la humedad. Se desarrollan especialmente en desiertos fríos. Sus
hojas se suelen caer antes que la planta se marchite totalmente y de esta forma
pasa a un estado de vida latente, hasta que vuelva a haber humedad en el
subsuelo.
3. Plantas que acumulan agua en sus tejidos. Son de
formas suculentas, como los cactus o las euforbias y tienen paredes gruesas,
púas y espinas para protegerse de los fitófagos. Su rigidez es otra forma de
protegerse contra la desecación producida por el viento.
4. Microflora, que permanece latente hasta que se
producen buenas condiciones para su desarrollo.
La vida animal también ha desarrollado adaptaciones muy
específicas para sobrevivir en un medio tan seco. Las excreciones de los
animales que viven en el desierto contienen muy poca agua y muchos son capaces
de obtener agua de los alimentos. Son de hábitos de vida nocturnos y durante el
día permanecen en cuevas y madrigueras bajo tierra. El hombre ha desarrollado
culturas que, con mucho ingenio, le han permitido vivir en los límites de los
desiertos o en las mismas zonas desérticas.
Cuando el terreno desértico se riega, en los lugares en
los que los suelos son adecuados, puede convertirse en uno de los sistemas
agrícolas más productivos. Pero la puesta en cultivo de los terrenos áridos
suele traer problemas de agotamiento de las fuentes de agua y salinización,
como sucedió en las antiguas culturas mesopotámicas, si no se aplican sistemas
para evitar esta dificultad. Para su explotación hay que conocer bien cómo
funciona el ecosistema y actuar en consecuencia.